Fiestas patronales

Fiestas en honor a la Virgen de los Navarros

Las fiestas en honor a la Virgen de los Navarros se celebran durante el mes de septiembre y son unas de las últimas de la Comarca del Jiloca. Sus días principales son el 7 y 8 de dicho mes, siendo el día grande este último.

En la víspera de las fiestas, es típico realizar “los ponches”, se trata de una cata de ponches realizados por todas las peñas del pueblo donde se puntúa tanto la originalidad de cómo es presentado el ponche, como su sabor. Tras los premios, se procede a ir con la charanga recorriendo todas las peñas del pueblo.

El primer día, es tradicional acudir al frontón viejo para comer sardinas, chorizos, o migas, acompañados de vino. Después de comer, todas las peñas se preparan para salir con sus tractores, remolques y carrozas disfrazados. Se premia la originalidad y el esfuerzo. Una vez terminado el recorrido, tiene lugar el pregón de las fiestas y seguidamente el chupinazo, que en este caso se le llama “la gaseosada” puesto que consiste en tirarse gaseosa entre quienes participan.

El día 7 es el día en que se cantan las albadas, a las 12 de la noche se congrega la gente del pueblo en la plaza de la iglesia, formando «un arco grande» (corro), para recitar y cantar las albadas. El que canta sale al medio y, cuando acaba, se retira al corro.

La gente recibe los cánticos con gran jolgorio, y antaño se tiraban tiros entre las albadas (los que tenían escopetas y los guardias con las pistolas) y se aplaudía. Recuerdan que había menos cantadores que ahora. El ritmo de las albadas se tocaba con viento y percusión.

Se trata de una tradición que estuvo perdida durante más de 3 décadas y que se recuperó en el año 1984, conservándose hasta la actualidad, con reparto de premios-recuerdos a los cantores por parte del ayuntamiento.

La mañana del 8 de septiembre se acude en procesión, con la imagen de la Virgen de los Navarros, patrona de Fuentes Claras, a la ermita que lleva su nombre y acompañada por los devotos que, vestidos con los trajes tradicionales, acuden a llevarle flores y ofrendas durante la misa que se celebra en su honor. Posteriormente se vuelve a la iglesia parroquial de San Pedro, donde la imagen de la Virgen está emplazada durante el resto del año.